Asentado en la sierra de Leyre

 

e los Pirineos descienden, de Norte a Sur, dos valles importantes de marcada personalidad. Son los valles de Salazar y de Roncal, cortados en su parte inferior por la sierra de Leyre o de Errando y la serie de montañas que la limitan y la completan. Es la primera sierra prepirenáica.

La sierra de Leyre corre de Este a Oeste. En su vertiente Sur cambia de ambiente y de paisaje al abrirse a otro valle, el del río Aragón, hoy remansado por el embalse de Yesa. Sobre una balconada natural de esta falda de la sierra se asienta el milenario cenobio de San Salvador de Leyre.

 

Paisaje desde el monasterio de Leyre

 

e puede acceder al monasterio por la Autovía del Pirineo A-21 (salida 47). De este punto parte la pintoresca ruta que nos llevará hasta el monasterio.

El lugar es una terraza natural abierta a un magnífico panorama. La mirada se pierde en las profundidades de un dilatado horizonte. Con esa sensación de plenitud y de paz que es característica de los paisajes suspendidos entre el cielo y la tierra.

Entramos en el área del monasterio:

A nuestra espalda, por el Norte, la grandiosidad de la sierra −brava muralla natural que se extiende hasta la entrada del valle del Roncal. A la izquierda, la masa estática del Arangoiti (1354 metros) y los fuertes farallones de la sierra colaboran a la serenidad del lugar y del momento. Junto al Arangoiti se alza con altivez la Peña Mayor y el imponente monolito de la “Chimenea”. Los picachos nos hablan de recuerdos. Allí el Castellar (1.286 metros), donde roncaleses y salacencos derrotaron la arrogancia del príncipe agareno. Descendiendo por las pendientes, el paso del Portillo (que hoy siguen las cañadas trashumantes del Roncal). Y a lo largo de la cumbre bellezas naturales, como “Peñujerada” y “La fuente de la cueva”.

Al frente, a los pies mismos del monasterio, el terreno desciende abrputamente hasta confundirse con la amplia superficie del embalse de Yesa, cuyas aguas cambiantes en variados tonos verdes y azulados se pierden en la lejanía de la Canal de Berdún. Un fondo remoto con las crestas mayores de los Pirineos, sobre el que destacan, en la dirección de Jaca, la gigantesca silueta del Oroel y las rocas históricas que cobijan a San Juan de la Peña.

Hacia el Mediodía se divisan las sombrías montañas de Sos. Y, entre éstas y el pantano, cadenas de montículos separando los valles de la Valdoncella, Javier y el Aragón.

A Occidente, la cuenca de Pamplona flanqueada por ondulantes cadenas de montañas que preside en lo alto el santuario de Ujué. A lo lejos, en los días limpios, cabe descubrir los perfiles tenuemente dibujados de algunas sierras castellanas.

Marco geográfico único. Y uno de los atractivos del cenobio, que desempeño un gran papel en su vocación y destino históricos.