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e los Pirineos descienden, de Norte a Sur, dos valles importantes de marcada personalidad. Son los valles de Salazar y de Roncal, cortados en su parte inferior por la sierra de Leyre o de Errando y la serie de montañas que la limitan y la completan. Es la primera sierra prepirenáica.
La sierra de Leyre corre de Este a Oeste. En su vertiente Sur cambia de ambiente y de paisaje al abrirse a otro valle, el del río Aragón, hoy remansado por el embalse de Yesa. Sobre una balconada natural de esta falda de la sierra se asienta el milenario cenobio de San Salvador de Leyre.
La proximidad del Pirineo, de un lado, y de otro, su pertenencia a la cuenca mediterránea hace que en la sierra de Leyre se conjuguen las características mediterráneas con las atlánticas. Esta combinación climatológica hace posible una rica variedad vegetal y un llamativo contraste entre ambas vertientes de la sierra.
En la solana crecen encinas, roble y abundante boj, además de arbustos como el tomillo, el espliego y la ollaga.
En cambio, la cara norte del pico Arangoiti es una auténtica selva donde cohabitan infinidad de especies vegetales: boj, pino albar, abeto, encina, roble, haya, abedules, avellanos, arces, mostajos, etc. formándose una maravilla de bosque.
En Navarra llamamos foces a las hoces, cañones o gargantas excavadas por los ríos cuando discurren por roquedos calizos. Las paredes verticales han sido talladas por la erosión a la vez que el río se iba encajonando a lo largo de millones de años.
Las foces son lugares de difícil acceso y con un microclima muy singular. Debido a sus condiciones de humedad, sombra y corrientes térmicas albergan una fauna y flora muy diversa. Las foces, uno de los fenómenos más espectaculares de la naturaleza Pirinenáica, tienen un gran valor ecológico.
Tres ríos, el Esca, el Salazar y el Irati atraviesan las cadenas montañosas de la sierra de Leyre formando unos valles muy abruptos, que se conocen con el nombre de foz, y que desde el punto de vista paisajístico y natural tienen gran importancia. Las foces que se forman son las de Lumbier, Arbayún y Burgui.
La foz de Lumbier. Se localiza en el término de Lumbier. Es una foz angosta, de 1.300 metros de longitud, cuyas paredes presentan tramos verticales que llegan a alcanzar un desnivel máximo de 150 metros. Se forma al pasar las aguas del río Irati una vez que se ha unido a las del Salazar. Está protegida bajo la figura de Reserva Natural. La foz puede ser recorrida por un camino interior al pie de los acantilados.
La foz de Arbayún. Este corte espectacular que el río Salazar realiza en la roca de al sierra de Leyre tiene una longitud de 6 Km. y una profundidad máxima de 385 m. Esta foz está inscrita desde 1975 en el Inventario Nacional de Paisajes Sobresalientes. Se encuentra cercana a la de Lumbier, en el valle del Romanzado. Interesante el mirador de Iso (junto al kilómetro 12 de la carretera NA-178). Se puede realizar un recorrido por la foz, llamado ruta de la canaleta de 3,2 km. de longitud.
La Foz de Burgui. Situada al sur de Burgui, labrada por la erosión del río Esca, se localiza en la muga entre Navarra y Aragón. La Reserva Natural abarca la zona de la foz situada en territorio navarro, sólo una tercera parte del conjunto del cañón, que tiene el resto en el término de Salvatierra de Esca. Existe un sendero que atraviesa la foz y permite al visitante acercarse hasta un pequeño mirador.
La sierra de Leyre es una importante zona de ornitológica.
Sus abruptas foces permiten que en sus paredes aniden distintas especies de aves rapaces. En la foz de Arbayún anida la mayor colonia de buitres leonados de todo el territorio navarro y la segunda de la península Ibérica.
La sierra cobija también alimoches, quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) relevante por estar en peligro de extinción, águilas culebreras y águilas calzadas. En la foces de la sierra se han censado búhos reales, chovas piquirrolas y alcones peregrinos, y también se pueden ver águilas reales.
Entre su fauna destacan algunos mamíferos, el jabalí, el zorro, el tejón, la fuina, el gato montes, la gineta, la comadreja, el conejo, la ardilla, el murciélago; y más escasos pero presentes, corzos y nutrias en los ríos de las foces.
e puede acceder al monasterio por la Autovía del Pirineo A-21 (salida 47). De este punto parte la pintoresca ruta que nos llevará hasta el monasterio.
El lugar es una terraza natural abierta a un magnífico panorama. La mirada se pierde en las profundidades de un dilatado horizonte. Con esa sensación de plenitud y de paz que es característica de los paisajes suspendidos entre el cielo y la tierra.
Entramos en el área del monasterio:
A nuestra espalda, por el Norte, la grandiosidad de la sierra −brava muralla natural que se extiende hasta la entrada del valle del Roncal. A la izquierda, la masa estática del Arangoiti (1354 metros) y los fuertes farallones de la sierra colaboran a la serenidad del lugar y del momento. Junto al Arangoiti se alza con altivez la Peña Mayor y el imponente monolito de la “Chimenea”. Los picachos nos hablan de recuerdos. Allí el Castellar (1.286 metros), donde roncaleses y salacencos derrotaron la arrogancia del príncipe agareno. Descendiendo por las pendientes, el paso del Portillo (que hoy siguen las cañadas trashumantes del Roncal). Y a lo largo de la cumbre bellezas naturales, como “Peñujerada” y “La fuente de la cueva”.
Al frente, a los pies mismos del monasterio, el terreno desciende abrputamente hasta confundirse con la amplia superficie del embalse de Yesa, cuyas aguas cambiantes en variados tonos verdes y azulados se pierden en la lejanía de la Canal de Berdún. Un fondo remoto con las crestas mayores de los Pirineos, sobre el que destacan, en la dirección de Jaca, la gigantesca silueta del Oroel y las rocas históricas que cobijan a San Juan de la Peña.
Hacia el Mediodía se divisan las sombrías montañas de Sos. Y, entre éstas y el pantano, cadenas de montículos separando los valles de la Valdoncella, Javier y el Aragón.
A Occidente, la cuenca de Pamplona flanqueada por ondulantes cadenas de montañas que preside en lo alto el santuario de Ujué. A lo lejos, en los días limpios, cabe descubrir los perfiles tenuemente dibujados de algunas sierras castellanas.
Marco geográfico único. Y uno de los atractivos del cenobio, que desempeño un gran papel en su vocación y destino históricos.
Desde las alturas de Leyre podemos contemplar a lo vivo la difícil geografía de este flanco crítico de las fronteras de Navarra. Su posición le convertía en magnífico lugar de repliegue y observatorio de todo el valle del río Aragón.
El Aragón es un río importante, que llega de los montes de Jaca y sale por una garganta que se aprieta en las inmediaciones de Gallipienzo. El Aragón ha sido un gran camino para las invasiones. Y si tenemos en cuenta que al Aragón se une en las inmediaciones de Sangüesa al clamoroso Irati, veremos que quien le remonta por ahí puede llegar al centro mismo de Navarra, hasta las inmediaciones de Pamplona.
Hoy, el paisaje ha perdido su valor estratégico, ganando muchísimo en belleza y serenidad, en fina calidad espiritual. A lo que ha contribuido el embalse de Yesa, que cubre ahora el cauce del Aragón y lo convierte en un tranquilo fiordo interior sobre cuyas aguas en calma se refleja, con todas sus variantes, un amplísimo espacio de cielo.