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«Nada se anteponga a la celebración de la Liturgia, la Obra de Dios»(Regla de San Benito)
Las celebraciones están abiertas a cuantas personas deseen participar en ellas (excepto Sexta y Nona).
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Es la celebración eucarística de la comunidad monástica, fuente y cumbre de nuestra vida en Cristo. Actualiza el Misterio pascual de Jesucristo: su muerte y resurrección por nuestra salvación. Cristo se hace verdadera y realmente presente en medio de nosotros. Y por la comunión, formamos un solo cuerpo y un solo espíritu con Cristo, y Él realiza la unidad entre nosotros.
Es la oración de Cristo que se prolonga en la comunidad monástica. El Misterio pascual, celebrado en la Eucaristía, se irradia a lo largo toda la jornada santificando y transfigurando el día y la noche: Vigilias, Laudes, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas. Se compone principalmente de salmos y de textos bíblicos y patrísticos.
«La tradición musical de la Iglesia constituye un tesoro de valor inestimabley es parte necesaria e integrante de una liturgia solemne». (Concilio Vaticano II)
La liturgia se realiza mediante signos sensibles: sin boato, pero con decoro y belleza. En nuestro monasterio, la liturgia se celebra en canto gregoriano, que encuentra su marco perfecto en el románico de Leyre. El gregoriano ―heredero del canto de las primeras comunidades cristianas― se convertirá a partir del siglo VIII en la expresión musical de la fe cristiana en Occidente y el más logrado cometario musical a la Palabra de Dios. Lleno de inspiración y unción religiosa, remonta ágilmente los corazones hasta la liturgia eterna del Cielo.
«Téngase en gran estima el órgano de tubos,cuyo sonido puede aportar un esplendor notable a las celebraciones y levantar poderosamente las almashacia Dios y hacia las realidades celestiales». (Concilio Vaticano II)
También la música instrumental ocupa un puesto en la liturgia. Principalmente el órgano tubular, que consigue lo que ningún otro instrumento logra aportar. El órgano tiene una singular capacidad para crear un clima de recogimiento espiritual, enriquecer y complementar la sobria belleza del canto gregoriano e impulsar el espíritu hacia los bienes de arriba, donde está Cristo. Incluso cuando acompaña discretamente el canto gregoriano, sus acordes revisten la celebración de mayor nobleza.
Además del uso litúrgico, también se organizan Conciertos de órgano a lo largo del año.
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“Según una piadosa tradición, Virila no alcanzaba a comprender el misterio de la eternidad del cielo ni su interminable felicidad. Un día fue atraído por los trinos de un ruiseñor y se adentró en el bosque. Extasiado, permaneció oyendo al pajarillo durante trescientos años. Al volver en sí, pensó que sólo había transcurrido un rato. Cuando regresó al monasterio los monjes no le reconocieron y fue preciso recurrir al archivo para esclarecer el prodigioso suceso. Todos los monjes se dirigieron a la iglesia y entonaron el salmo 89, momento en el que reapareció el pajarillo para depositar un anillo abacial en el dedo de San Virila. Luego Dios se le apareció para hacerle comprender que la felicidad celestial era muy superior al canto del pajarillo.” (Gran Enciclopedia de Navarra).
El domingo pasado conocí Leyre y me pareció un lugar tan recogido y espiritual, que no me extrañaría que un suceso como el del abad Virila fuese verdad. Aunque amaneció nublado y frío, salí de Pamplona con unos amigos para conocer el famoso monasterio. Son 45 minutos de camino, con encantadores paisajes del Pirineo navarro, hasta que, por encima del embalse de Yesa, encontramos el conjunto de edificios medievales. Nada más cruzar el umbral del pórtico de la Iglesia, me sentí acogido por la sobriedad de la piedra, el estilo románico de la estructura y el gótico en el techo. Pero lo mejor fue que encontramos el espacio en acción: una docena de sacerdotes benedictinos con casullas moradas, acompañados por varios monjes de hábito negro, celebraban la Misa con incienso y canto gregoriano. Me separé del grupo y me fui a sentar en sexta fila para ver mejor desde una posición discreta.
Lamenté que no sonara el órgano de 2.750 tubos que cuelga por encima del pórtico de entrada y que prefiriesen otro órgano pequeño que tenían delante (después me explicaron que era por sobriedad cuaresmal), pero aprendí que el canto en la celebración eucarística no tiene por fin principal dar un concierto, sino orar. Cuando mi alma necesita expresar sentimientos que no encuentran un cauce en el lenguaje ordinario, tienen la alternativa del arte. Y cuando se trata del misterio de Dios, el canto gregoriano ofrece un fabuloso portal de arte eterno: mi pequeña voz, que ha sido tantas veces desdeñada por falta de talento musical, encontró de pronto un coro de personas que unían sus voces para conformar un solo cántico de alabanza, que se expandía por el aire junto con la nube de incienso y me invitaba a adherirme a él.
Canté bajito para no desentonar, o quizá no canté en absoluto. En cambio, un niño de 5 o 6 años que se colgaba y descolgaba del cuello de sus padres en el otro extremo de mi banca, participó con toda naturalidad en el diálogo con Dios. Él respiraba la música y a ratos se sentaba en el regazo de su madre para mover las manos y el cuerpo con gestos de experto director de coro. Estoy seguro de que ese niño sacó más de una sonrisa a Dios. Este domingo aprendí a orar mejor. Y descubrí que, para el hombre, lo contrario del ruido no es el silencio, sino el canto gregoriano del monasterio de Leyre.
Juan Ignacio Izquierdo Hübner, en Cartas al Director, Diario de Navarra, 15/03/2021
▸ ¿Qué es el canto gregoriano? Breve historia
La Misa conventual es la misa principal del monasterio, centro de la jornada, en al que participa toda la comunidad de monjes. En Leyre, la Misa conventual es siempre cantada. En canto gregoriano: Antiphona ad introitus, acclamationes Kyrie eleison; hymnus Gloria; responsorium graduale, Alleluia (o tractus); Sanctus, Agnus Dei y antiphona ad communionem. Estos cantos se ejecutan según la versión del Graduale Romanum. Las oraciones y el canon de la Misa son cantados en un tono pro-gregoriano. Las lecturas y las preces se recitan en lengua vernácula.
Son, respectivamente, la oración del comienzo de la mañana y del caer la tarde. Hacen de “quicio” orante de la jornada. Laudes y Vísperas se cantan en gregoriano y en latín en todas sus partes integrantes: hymnus, antihonæ, psalmi, responsorium breve, canticum Magnificat, Pater noster y Benedicamus Domino. La lectura breve, las preces y la oración final se recitan en lengua vernácula.
Es la oración con la que se finaliza el día. Concluye siempre con el canto de la Salve a Santa María de Leyre u otra antífona mariana (según los tiempos litúrgicos). Las Completas se cantan en gregoriano, excepto la salmodia ferial, en tono pro-gregoriano.
Llamamos liturgia al conjunto de acciones con las que rendimos culto a Dios y somos santificados por Dios. En cada acción litúrgica, los fieles entran en contacto con Dios, y Dios les hace participes de su vida y de su salvación.
Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tim 2, 4). Para esto envió a su Hijo, Jesucristo. Jesucristo es el mediador entre Dios y los hombres. Todo el culto cristiano se tributa a Dios por medio de Cristo. Por eso la Liturgia cristiana es celebración y memorial de los misterios de Cristo (especialmente de su misterio pascual), para que vivamos de Él. La Liturgia es, por consiguiente, el «lugar» principal del encuentro de los cristianos con Dios y con su enviado, Jesucristo. En la liturgia el Padre nos colma de sus bendiciones en el Hijo encarnado, muerto y resucitado por nosotros, y derrama en nuestros corazones el Espíritu Santo para santificarnos.
Las acciones litúrgicas son principalmente los sacramentos (de modo especial, la Eucaristía o Santa Misa) y la celebración de las Horas (llamada Liturgia de las Horas u Oficio divino).
La celebración del misterio de Cristo se realiza por medio de signos sensibles, de un ritual tejido de signos y símbolos que realizan de una manera propia la santificación de los fieles. La sensibilidad hacia la belleza, que caracterizado tradicionalmente al monacato, se manifiesta principalmente en la celebración de la liturgia, siendo el canto gregoriano y la sonoridad del órgano sus principales expresiones acústicas.